domingo, 24 de abril de 2011

Dos pueblos, dos estados y el derecho vs la tragedia por Carlos Braverman


Nuestros valores ya no son los mismos hace muchísimo tiempo, una hegemonía distinta logró instalarse en el país y la sociedad se orienta por caminos muy distintos a los fundacionales.
Fueron publicadas recientemente por el Instituto Israelí para la Democracia las cifras del Auditing Israeli Democracy – 2010- Democratic Values in Practic.
Según el documento:
 60% de la población en Israel piensa que algunos líderes fuertes serían mejor para Israel que los debates democráticos y la legislación, 59% de ese mismo grupo preferiría un gobierno de expertos que tomen decisiones sobre la base de profesionales en lugar de consideraciones políticas.
 86% de la población judía (76% de la población total) piensa que las decisiones fundamentales para el estado deben ser hechas por la mayoría judía.
 53% de la población judía también cree que el Estado tiene derecho a alentar la emigración de los árabes.
Estas son algunas de las evaluaciones, además, a la mitad de los encuestados les gustaría ver a los árabes impedidos de ser elegidos miembros de la Knesset
Eso sucede cuando todo nuestro mundo se concentra en los asentamientos y la colonización expansionista.
Entonces hay que abrir puertas que permitan apreciar otros paisajes, perspectivas que resalten los valores de la democracia y el pluralismo para aceptar al prójimo, a los otros colectivos societarios, teniendo en cuenta esquemas de pensamiento más inclusivos.
El papel de las oposiciones en los sistemas democráticos es desafiar al estatus predominante y sus valores para construir una hegemonía diferente con un conjunto distinto de valores.
Nuestro racismo mesiánico existe porque en Israel hay una actitud política patética de los que no lo comparten, que es el inmovilismo y la conducta errática de la izquierda que no alcanza a conformar un programa político, social y económico que dé respuestas a las necesidades de un electorado que las necesita y abra las puertas que mencioné.
Esta conducta patética, repito, favoreció la vigorización del poder de la derecha en términos muy amplios. Ante todo se presenta como insustituible pilar del sistema, pues logró imponer a la seguridad como el punto central de todo programa político digno de ser valorado como plausible y la cuestión social se convirtió en una pieza arcaica digna de ser exhibida en los anales de una historia difícil de rememorar sin la ayuda de exposiciones didácticas. Parece difícil percibir al electorado que el problema de una ocupación tan prolongada, está ligado a una cuestión social alejada de los principios de nuestra Declaración de la Independencia.
Retomar los principios de nuestra Declaración de la Independencia es reconsiderar un estado democrático e igualitario y debe ser inevitablemente dentro de las fronteras de 1967. El racismo mesiánico sufrirá en consecuencia un impacto vital. Hoy sus valores antidemocráticos pisotean nuestra Declaración de la Independencia en la propia Knesset con leyes que no contemplan la paridad efectiva de las minorías, sino por el contrario se esmeran en profundizar los abismos en la estrutura social.
Nuestra Declaración de la Independencia dice: "El Estado de Israel se basará en la Libertad, Justicia y Paz, según lo previsto por los profetas de Israel, asegurará la completa igualdad de derechos sociales y políticos a todos sus habitantes, independientemente de su religión, raza o género, garantizará la libertad de religión, conciencia, idioma, educación y cultura, salvaguardará los Lugares Santos de todas las religiones y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas"
Es necesario construir una alternativa política que enfrente estas valoraciones antidemocráticas si queremos conservar nuestra identidad de país democrático.
Los palestinos preparan para setiembre una declaración de independencia e Israel no debe vacilar en apoyarla.
Si el Estado Palestino es reconocido incluirá Gaza, entonces Hamas y Fatah hoy enfrentados optarán por la reconciliación a la luz del reconocimiento internacional de un Estado Palestino.
Como miembro de la ONU, el Estado Palestino tendrá un nuevo estatus jurídico e internacional, uno que le permita hacer reclamos en contra de Israel en los tribunales penales internacionales.
La nueva situación va a permitir a Palestina exigir una acción internacional contra la ocupación de Israel, no sólo denuncias en el papel, sino verdaderas sanciones, e incluso el despliegue de tropas de la ONU para proteger la seguridad de los ciudadanos de Palestina.
La Realpolitik es justamente Realpolitik, e Israel debería comenzar por reconocer al gobierno de Hamas de facto en Gaza justamente como una realidad existente, debe negociar con ese gobierno cuestiones prácticas que requieren un arreglo inmediato.
Hamas debe reconocer también de facto al Estado de Israel para establecer procedimientos que resuelvan aspectos urgentes camino hacia un acuerdo firme y es necesario un tercero confiable para supervisar este proceso.
Debemos terminar con el bloqueo de Gaza de una vez por todas y esto significa permitir que ella se abra en todos los sentidos: la apertura del puerto, el aeropuerto y la frontera con Egipto si así lo entiende este país.
Israel ha demostrado que puede prevenir la entrada de armas de otras maneras más efectivas y mantener cerrada preventivamente también nuestra frontera interna con la Franja, estamos en nuestro derecho mientras persista la hostilidad.
Camino a setiembre, cuando la declaración unilateral de independencia del Estado Palestino, debemos dejar así el bloqueo y bajar la mayor cantidad de hipótesis de conflictos posibles y desde ya evitar profundizar los más.
En este escenario, Israel podría unirse a la comunidad internacional, reconocer el Estado Palestino, dejarlo de ver como un enemigo y una amenaza existencial, e incluso participar en una reunión de países donantes. Septiembre no tiene por qué ser una amenaza, puede ser no el final de un proceso sino el comienzo de negociaciones serias y definitivas, sobre todo fijar una frontera este y definir muchos y dolorosos ítems.
Esta etapa, esta instancia, se distingue de todas las anteriores pues es una oportunidad para trabajar con la comunidad internacional, con el fin de establecer con firmeza el derecho del Estado de Israel para existir y coexistir con un Estado Palestino, como así también preservar nuestra democracia ampliándola y depurándola de los racismos mesiánicos. Está claro que se retirará a las fronteras de 1967, que se acabará la ocupación; que será costoso en muchos aspectos, pero como muchos siento que es la última posibilidad de no ser Sudáfrica.
Como dijo Hegel: “las verdaderas tragedias no resultan del enfrentamiento entre un derecho y una injusticia, surgen del choque entre dos derechos”. Es hora de iniciar un camino convergente para superar esta tragedia ya secular, la más antigua entre los conflictos actuales y no podemos quedar en el pozo de la historia.
*Carlos Braverman (Israel): Politólogo y Psicólogo, miembro de la Asociación de Derechos Civiles de Israel. Activista por una coexistencia judéo-árabe mutuamente justa y el altermundialismo. Miembro del Partido Meretz (Partido Socialista de Israel - Tel Aviv). Presidente del Instituto Campos Abiertos (Investigaciones en Ciencias Políticas).
Derechos reservados: Instituto Campos Israel ISBN963-03- 0316- 2 מסת"ב

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